domingo, 13 de diciembre de 2009
ESCLAVITUD VOLUNTARIA
De la Boétie fue testigo del ajusticiamiento de ciento cuarenta habitantes de Bordeaux, implicados en la Sublevación por un impuesto abusivo en el uso de la sal.
En Bordeaux hubo una insurrección en contra de tal exacción y, como consecuencia, mataron al recaudador real y a dos de sus ayudantes. La represalia fue inmediata: 140 condenados a muerte, multas feroces, azotes para otros cientos, humillación colectiva.
De la Boétie pensó por qué resultaba fácil a las tiranías gobernar a gente que podría recuperar su dignidad apelando al derecho a la rebelión. Recurre a la historia y su conclusión es que la perversión de la educación (la ignorancia) es el arma de las tiranías. Gracias a una educación degenerada (o negada) es posible, que la libertad no sea amada ni extrañadoa y ni siquiera deseada. En las sombras de la ignorancia es posible resignarse a la indignidad de servir por la fuerza a un amo. Ningún tirano podrá considerársele bueno, porque “siempre le será posible hacer el mal”.
La verdadera batalla no se libra en un campo ni entre ríos o montañas sino en la mentalidad de las gentes.
“La astucia de los tiranos consiste en embrutecer a sus súbditos, jamás quedó tan evidente como en lo que Ciro hizo a los lidios, tras apoderarse de Sardes, capital de Lidia, y al apresar a Creso, el rico monarca, y hacerlo prisionero. Le llevaron a Ciro la noticia de que los habitantes de Sardes se habían sublevado. Los habría aplastado sin dificultad inmediatamente; sin embargo, al no querer saquear tan bella ciudad, ni verse obligado a mantener un ejército para imponer el orden, se le ocurrió una gran idea para apoderarse de ella: montó burdeles, tabernas y juegos públicos, y autorizó que los ciudadanos de Sardes hicieran uso libre de ellos. Esta iniciativa dio tan buen resultado que jamás hubo ya que atacar a los lidios por la fuerza de la espada. Estas pobres y miserables gentes se distrajeron de su objetivo, entregándose a todo tipo de juegos; tanto es así que de ahí, de ese topónimo llamado Lidia, proviene la palabra latina “ludi”, raíz de “lúdico”. No todos los tiranos han expresado con tal énfasis su deseo de corromper a sus súbditos. Pero lo cierto es que lo que Ciro ordenó tan formalmente, la mayoría de los otros lo ha hecho ocultamente. Y hay que reconocer que esta es la tendencia natural del pueblo, que suele ser más numeroso en las ciudades; desconfía de quien le ama y confía en quien lo engaña. Los tragos, los juegos, las farsas, los espectáculos, los gladiadores, los animales exóticos, las medallas, las grandes exhibiciones y otras drogas eran para los pueblos antiguos los cebos de la servidumbre, el precio de su libertad, los instrumentos de la tiranía”. “Discurso sobre la servidumbre voluntaria”, “Contra uno”- Etienne de la Boétie.
http://bloghildebrandt.blogspot.com/2009/12/servidumbre-voluntaria.html
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