sábado, 6 de marzo de 2010

La memoria de Adán



El 3 de octubre de 1974 me fui con mi papá y mis hermanos César y Ángel a comprar en el mercado, mi mamá iba a hacer mazamorra morada.

Mi papá compraba pues en el puesto de frutas que daba a la calle Santo Domingo (Chincha Alta). Cuando una mujer grito histéricamente temblor y salió corriendo moviendo las faldas debajo de unas aparatosas nalgas, -no había notado yo ningún cambio- mire a mi papá y observé que él dio una mirada circular, nos miró a nosotros y nos dijo con calma creo que vamos a salir.

Dimos pie a la calle atravesando un largo pasaje inclinado, cuando lo cruzábamos pude sentir la confusión, el cielo sobre el pasaje parecía bambolearse. Afuera asistimos al espectáculo más absurdo, durante más de dos minutos (dos minutos y 20 segundos en la edición de Caretas) me quedé confundido por no saber por qué mujeres grandes y pequeñas - tontas a mi entender – lloraban, el edificio de dos pisos al frente (una tienda de Purina) se desprendía de sus partes, en las dos direcciones visibles desde el centro de la calle veía las paredes caer, el polvo amarillo-marrón levantarse en nubes, el horizonte subir y bajar.

En Chincha Alta, no hay ninguna elevación, ningún declive, la horizontalidad del terreno es la regla. Yo soy testigo de cómo el suelo hacia olas, ondas pequeñas y pronunciadas, la esquina de la plaza de armas y la iglesia en un momento elevadas desde nuestra perspectiva, al momento siguiente aparecían abajo como un tobogán, recuerdo una sueva brisa en mi cara asociada con todo esto

A las dos horas y media del sismo (dos horas y media recalco) llegaron las primeras camionetas 4X4 de los adventistas de OSFRAM (recuerdo a varias) dieron vueltas por la ciudad (seguramente se dirigieron después a Pisco), esa noche fueron puestos soldados del grupo aéreo Nª 9 de Pisco en cada esquina de la ciudad, al día siguiente y cerca de mi casa ya habían campamentos con carpas azules para los que perdieron viviendas. La tragedia de Huaraz estaba cerca, los reflejos eran jóvenes, la organización funcionaba.

Después del 74 recuerdo que cada vez que sentíamos un temblor buscábamos en la radio información del epicentro, el que el temblor lo hubiéramos sentido leve no significaba que realmente lo hubiera sido, - en mi casa no nos sentíamos el centro del mundo- invariablemente y al muy poco tiempo la obteníamos para nuestra tranquilidad.

Cuando se produjo el sismo de Nazca, -en Chincha se cayeron algunas paredes- en vano busque información, no la hubo, renegué y requinte, en Lima no se avenían, no habían sentido nada, recuerdo haber oído después la voz desesperada - y terriblemente indignada – de la alcaldesa de Nazca haciéndonos saber que la ciudad había colapsado y que se requería auxilio urgente. El “socorro” llegó tarde y fue lamentable. Yo requintaba.

Desde el primer momento que entré a un aula me preocupé de que la salida fuese segura, más requintadas. Recuerdo en Sunampe que una vez un alumno cerró la puerta por fuera y se fue y no se podía salir, - ese colegio quedó destrudo el 2007- No, al alumno no se le sancionó ¿por qué? Recuerdo también un simulacro estúpido que los directivos de allá, encontraron que era el modelo, con camilla y herido y foto.

Hasta hoy requinto cuando entro en un aula y encuentro que la organización de los grupos de trabajo ha creado trampas ¿mortales? que impiden la evacuación. Existen una gran cantidad de situaciones de riesgo creadas por personas que me seria largo de enumerar.

Antes del 2007 -y mucho antes - practique evacuaciones con mis estudiantes, la burla fue mi premio, estoy contento.

Pero el Presidente de la República, el Dr. Alan García Pérez, ha dicho hoy que la única experiencia que tienen los limeños es con sismos y no puedo estar de acuerdo. Los limeños de mi edad, y los limeños menores que yo, no han sentido nunca un fuerte sismo, no lo han visto, no lo conocen, no saben qué es por que el último fue en 1950. No me digan que vivieron el del 2007 por que eso no es verdad, apenas lo sintieron, eso se aplica desde luego al del 74.

Y cuando un alcalde por TV y en conferencia pública con el presidente y los ministros dice que su humilde aporte es en educación, no sabe de qué habla.

Se promete que las cosas van a cambiar, que ahora van a ser mejor, no lo puedo creer, es demagogia, es política, es propaganda, es mentira. ¿Por qué ahora sí se va a hacer lo que el ingeniero Kuroiga lucho toda su vida por conseguirlo? ¿Por qué ahora se le escucha dos horas el ingeniero Kuroiga cuando ayer no se le concedió un minuto? ¿Recién hay sismos por aquí? ¿Recién se les conoce? ¿Recién se sabe de sus efectos? Más requintadas

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